La comercialización reciente de participaciones preferentes por los bancos entre sus clientes es uno de los grandes temas que está generando conflictividad social en el último año1. Así, son numerosas las concentraciones de afectados que reclaman la devolución de las cantidades que desembolsaron para la adquisición de este producto. La cuestión está teniendo una gran repercusión mediática. Además se ha producido una masiva reclamación de los afectados ante los tribunales, con diferentes resultados, todo lo cual ha impactado en la sensibilidad del legislador.
El tema es complicado y tiene muchas implicaciones, por eso nos ha parecido interesante preparar este breve trabajo analizando este producto financiero tan complejo, junto con las posibles soluciones para intentar recuperar el capital invertido, y al mismo tiempo analizar las resoluciones judiciales que se han dictado hasta el momento al respecto.
El origen del problema se encuentra en la venta de participaciones preferentes realizada por entidades bancarias y financieras entre sus clientes minoristas y más conservadores, detectada en 2008 y alcanzando su máximo histórico durante el transcurso de 20092. La razón de tal emisión masiva se debe a que los bancos, en ese contexto de grave crisis, necesitaban procurarse mecanismos de capitalización para incrementar su patrimonio neto y con las participaciones preferentes conseguían que el pasivo de los depósitos de sus clientes se convirtiese en activo propio. Por eso el objetivo prioritario de los bancos era vender las participaciones preferentes entre los propios clientes con los que les unía una larga relación en el tiempo basada en la confianza, clientes, por otro lado, sin específica formación económica ni financiera y, en muchos casos, jubilados.
De esta forma la adquisición de participaciones preferentes se convirtió en una práctica común entre pequeños ahorradores que creían adquirir productos de renta fija con una atractiva rentabilidad y liquidez, similar a la de un depósito o fondo de inversión. Se proclamó entonces que las participaciones preferentes habían “democratizado” la ingeniería financiera y que su colocación se había realizado entre inversores modestos.
Tras la aplicación del convenio Basilea III, las participaciones ya no forman parte del capital de las entidades, y su contratación ya no interesa3, por lo que los bancos se han puesto en muchos casos en contacto directo con sus propios clientes para ofrecer el cambio de las participaciones preferentes por otros productos. Es entonces cuando los adquirentes se han percatado del riesgo y las características de los productos suscritos.
Si bien se trata de meras conjeturas, se empieza a hablar de unos 30.000.000.000 de euros colocados en participaciones preferentes, y de cerca de 700.000 personas afectadas4. Estas cifras probablemente incluyan productos complejos distintos a las participaciones preferentes como los swaps.
Obviamente no todos los casos son iguales, pero existe una mayoría de afectados que era imposible que comprendiesen qué estaban contratando y para ello basta con analizar sus conocimientos financieros, la trayectoria de sus inversiones y la documentación que se les entregaba. Además la propia naturaleza compleja del producto sigue siendo discutida, aún hoy en día, por los expertos, pues se encuentra a medio camino entre la acción y la deuda.
Precisamente en este trabajo pretendemos estudiar qué son las participaciones preferentes, cómo y por qué se han comercializado en nuestro país, así como analizar las diversas posibilidades que ofrece el ordenamiento jurídico para intentar recuperar el capital desembolsado.
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*¿Se puede recobrar el capital invertido en participaciones preferentes? Rayón Ballesteros, María Concepción y Gómez Hernández, Antonio. 46, 2013, págs. 81-102. ISSN 1133-3677.
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