Mario Vargas Llosa es otro de los ínclitos defensores de la democracia entendida bajo una óptica neoliberal, aunque al igual que el resto de sus correligionarios no utiliza este concepto, sino que recurre al término “liberal”. Aboga por un modelo democrático donde no existan partidos que se llamen “liberales”, ya que todos deberían asumir el liberalismo no como ideología sino como patrón cultural: “el gran pensador liberal austríaco Ludwig von Mises se oponía a que hubiera partidos políticos que se llamaran ‘liberales’, argumentando
que el liberalismo no debía ser un programa de gobierno, y mucho menos una ideología, sino una cultura, una suma de valores y principios generales universalmente aceptados, que alimentara las ideas y proyectos diversos, y aun contradictorios, de las fuerzas políticas de una democracia”.
Para Vargas Llosa, el liberalismo es el “camino del progreso y la civilización”, y paradigma de esto sería el gobierno británico de Margaret Thatcher, que aplicó un programa de “reformas radicales” de orientación neoliberal, que “revolucionó de raíz la sociedad británica”: privatizaciones masivas, medidas antiinflacionarias, recorte severo del gasto público, etc. Una de las grandes conquistas del gobierno de Thatcher, según el autor, sería la consecución del mito del “capitalismo popular”, es decir, “la diseminación de la propiedad privada entre los sectores que no tenían acceso a ella”.
Afirma que el gran éxito del modelo británico es que trasciende a los partidos en el poder, ya que el gobierno de Tony Blair, formalmente expresión del Partido Laborista y por tanto de tendencia socialdemócrata, aplicó de manera entusiasta una “agenda inequívocamente liberal”. Para dar solidez teórica a esta defensa irrestricta de las medidas neoliberales, el autor termina apostando por una “concepción de la democracia como una alianza irrompible de libertad económica y libertad política” (Vargas Llosa, 2001).
La defensa de la invasión de Irak por parte de Estados Unidos en el año 2003, es uno de los ejemplos más notables de la concepción neoliberal de la democracia por parte del autor peruano. Caracterizando los primeros momentos de la invasión como de “libertad salvaje” para la ciudadanía iraquí, afirma que “Irak es el país más libre del mundo”, porque Paul Bremer, el funcionario designado por el gobierno estadounidense, “ha abolido todos los aranceles y tributos a las importaciones”. Vislumbra que gracias a la invasión, el país saldrá del autoritarismo y se convertirá en una “nación moderna, próspera y democrática” (Vargas Llosa, 2003). Por Luis Miguel Huarte
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