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15 setembre 2010

Chabrol: en el corazón de la mentira

Filed under: General — anpoto @ 17:17 pm
 Claude_Chabrol

 

CHABROLIANA | R. Ventura-Meliá Enlace externo 2

Una muerte a tiempo toda una vida honra, si me permiten rehacer a Maquiavelo para presentar un último saludo, de reconocimiento, no exento de humor, al director francés Claude Chabrol, fallecido a los 80. Pero en activo hasta hace poco, y con buena mano y la peor de las intenciones, y las suyas fueron siempre a repelo de la sociedad, fuera la Francia de De Gaulle, la de Pompidou, la de Valéry Giscard d´Estaing, la de Mitterrand o la de Chirac. Lo que debía de reírse para sus adentros de Sarkozy.

El director de Le beau Serge y Les cousins, en los filmes primerizos de la Nouvelle Vague, en los que nos descubrió un mundo próximo, el pueblo de provincias, la clase media estancada, la rebeldía y frustración juvenil, puso un espejo en nuestro camino (las vimos en el Artis, que se inauguró con Les quatre cents coups, Cleo de 5 à 7, L´anné dernier a Mariembad, vaya programa).

Después, en cines como el Avenida vimos cosas de risa, El tigre se perfuma con dinamita, Marie Chantal contra el doctor Kha, y por ahí algo tan lamentable como su Landrú con guión de Sagan. Vaya bache.

Por suerte, retomó el hilo con La femme infidele, Le boucher y fue para arriba, llegando a la madurez con mejor ritmo y pulso que otros correligionarios. Ahí están Violette Noziere, Un affair de femmes, Poulet au vinaigre, Le cri du hibou, Merci pour le chocolat… filmes negros, agrios, feministas con fondo de choque político. Ahí está Borrachera de poder, puro vitriolo. Un ir a más, todo lo contrario de García Berlanga, claudicante y a sueldo del PP, a quien Javier Marías se empeña en poner por encima de todos, incluso Fellini.

A Chabrol, felizmente, le pudimos conocer en Valencia. Fue amable, accesible, divertido, hasta cariñoso, salió a pie, paseó, fue a cenar con amigos, tuvo un romance con una guapa presentadora, casada por más señas. Eso cuando la Mostra de Valencia/Cinema del Mediterrani no había bajado el listón y no daba chucherías ni era servida en cocina por los mismos cinéfilos aprovechados que se han succionado de Izquierda Socialista, el PSOE más españolista, Unión Valenciana, el PP del ultrafranquismo y ahora se suben al tren de tercera. Hay que pagar la piscina o los divorcios.

Disfrutamos viéndole surgir, remontar, afianzarse, llegar a la maestría, conformarse con los límites de presupuesto, los actores franceses, nuevos a veces, distintos en sus manos. La música de su hijo, su mismo guionista, la misma script toda la vida, el mismo director de fotografía, sin alardes, retratando a su sociedad como en La ceremonia, a partir de Ruth Rendell como otras veces a partir de Patricia Highsmith. Han dicho que admiraba a Hitchcock, sobre el que escribió un libro con Rohmer, y a Balzac. Hay que ser muy burro para no admirarlos. Imitarlos es imposible, claro. Y creía en la sensualidad y la violencia del individuo, cuyo comportamiento tortuoso depara sorpresas. Es lo que más asombra al observador, escritor, guionista, director y al espectador o mirón.

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