BIBLIOTágora el blog de Biblioteconomía y Documentación, en el que no se habla de Biblioteconomía y Documentación… sólo: "El ruido de las carcajadas pasa. La fuerza de los razonamientos queda"

El conflicto de los “diamantes de sangre” surgió a raíz de que grupos insurgentes los utilizaban como mecanismo de financiación de su lucha contra el gobierno, provocando cientos de miles de muertos y la continua violación de los derechos humanos. Históricamente, éste ha sido un conflicto difícil de resolver por las características propias de los diamantes – su origen es difícil de rastrear, son bienes de lujo costosos, de fácil extracción y transporte. El conflicto fue identificado y difundido a nivel mundial desde 1998; llamando la atención de gobiernos, ONG, medios de comunicación, industria y público en general. Gracias a ello, el gobierno de Sudáfrica convocó en el 2002 una primera reunión de acercamiento que contó con la participación de múltiples actores interesados, entre ellos los gobiernos africanos de Sudáfrica, Angola, República Democrática del Congo, Bostwana y Namibia; representantes de la industria que buscaban proteger sus intereses; EUA y Rusia como representantes de los países consumidores; Bélgica e Israel como centros de comercio; Canadá como productor de diamantes “limpios”; China e India como países con una industria de diamantes en crecimiento; y organismos internacionales como la ONU, Visión Mundial, Oxfam, y Amnistía Internacional.

En esta reunión se acordó crear un sistema de certificación de diamantes y unos estándares mínimos internacionales para el comercio exclusivo entre países miembros, con el objetivo de cortar las fuentes de financiamiento de la guerra, y hacer de los diamantes un medio de desarrollo para los pueblos. Este proceso se conoce actualmente como Proceso del Sistema de Certificación Kimberley (KPCS por sus siglas en inglés).

El objetivo del presente documento es analizar el Proceso Kimberley a partir de criterios de apropiación, estándares de legalidad, independencia y su impacto a corto y mediano plazo. Por Carlos Mauricio Herrera, Gicela Maldonado, Julia Stuchi, Laura Villalobos y Lorena Coronel.

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