Si el día que me muera, me dedican palabras como las que aparecen en el destino del enlace que os dejo aquí, de verdad, que nadie llore por mí…, porque, realmente, primero que no estoy demasiado seguro de merecerlas, y, después, es que, sencillamente, no estaré muerto.
Maricarmen, no sé quién eras, pero aún así y todo, jamás dejaré que mi olvido se coma tu recuerdo. Alfons, ¿qué puedo decirte? Nada, que esta vida es muy perra. ¿Por qué muy perra? No, no, son las experiencias cabronas las que nos dejan más pa’ allá que pa’ acá, pero vivos. Vivos.