No habría disenso si se afirmase que no es posible una democracia sin un poderjudicial democrático, es decir, sin una estructura institucional que permita el jus dicire (ejercicio de la jurisdicción o decisión judicial de conflictos) en forma democrática. Pero las coincidencias terminarían en el mero enunciado, pues ante la pregunta acerca de cómo debiera estructurarse el poder judicial democrático o acerca de cuál es la forma democrática de ejercer la jurisdicción, nos hallaríamos con una enorme disparidad de respuestas y, lo más curioso es que, en realidad, la mayoría de ellas no pasaría del mero nivel intuitivo. Por Eugenio Raúl Zaffaroni